El joropo es vida
César Rodríguez
Pore, Casanare
En Pore, un municipio a media hora de Yopal, la capital del departamento de Casanare, existe un llano lleno de costumbres, raíces y anhelos que recorren la sangre de cada poreño. A un lado del casco urbano se ve la extensa frontera montañosa que divide al país, al otro se encuentra el inmenso horizonte verde que une la tierra con el cielo. Allí, la fauna y las personas se entremezclan, bailan un ritmo lento que lleva milenios, danzan unos con otros y se genera un equilibrio que con cada paso se mantiene, bailan en convivencia. Por su parte, los llaneros han tomado las enseñanzas de los caballos, las sabanas, las estrellas, el ganado y la vida para establecer un nuevo ritmo, uno propio. Mezclando la angelical arpa con el cuatro, la bandola llanera y otros instrumentos entonan grandes tonadas acompañadas por cantores cuya voz y letras estremecen a las garzas, que salen volando por la potencia llanera. Allí reside un bailarín, cantante y profesor de joropo, este hombre de 36 años está ligado a su tierra en cada paso que da, cada palabra que enuncia y cada canto que realiza.
Desde muy niño empezó a recorrer el llano desde Pore hasta Venezuela, en bailes sabaneros tradicionales hasta festivales de música en los que terminó galardonado con el primer puesto en más de 150 ocasiones. “El joropo representa el llano en todo ámbito”, dice mientras mira, con una cálida sonrisa esbozada en su rostro, a su familia, que desde lejos lo saluda; de la misma manera revisa el paisaje que lo envuelve, ese mismo al que en una de sus letras le canta: “Mi llano no es el mismo llano de aquellos viejos llaneros enrollados, pies descalzos, de cuchillo y de sombrero”. Este hombre se muere con su llano si este fenece; ha atravesado el llano buscando el joropo criollo y enseñando el joropo de espectáculo, así mismo, el llano lo ha atravesado a él.
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